Desarrollo del ojo y el oido

Durante el desarrollo embrionario, tanto el ojo como el oído comienzan como estructuras simples que se van diferenciando y complejizando a medida que el embrión se desarrolla.



El desarrollo del ojo comienza alrededor de la cuarta semana de gestación. Se origina a partir del ectodermo, una capa de células en la superficie del embrión. El ectodermo se invagina para formar una estructura en forma de copa conocida como vesícula óptica. La vesícula óptica continúa creciendo y se divide en dos capas: la capa externa forma la retina, que contiene las células sensibles a la luz, y la capa interna forma el epitelio pigmentario, que proporciona nutrientes a la retina.


Mientras tanto, el desarrollo del oído comienza alrededor de la tercera semana de gestación. Se origina a partir del ectodermo en la región del cuello. La primera estructura que se forma es la placa otica, que se invagina para formar una estructura en forma de saco llamada otocisto. El otocisto se divide en tres partes: el utrículo, el sáculo y el conducto coclear. Estas estructuras forman el oído interno, que es responsable de la audición y el equilibrio.


A medida que se desarrolla el oído interno, también se desarrollan las estructuras del oído medio y externo. El oído medio se forma a partir de la primera hendidura branquial, que se convierte en la cavidad timpánica y los huesecillos del oído medio. El oído externo se forma a partir del primer arco branquial, que forma el conducto auditivo externo y la parte visible de la oreja.


En resumen, tanto el ojo como el oído se originan a partir del ectodermo y se diferencian en estructuras más complejas a medida que el embrión se desarrolla. El ojo se forma a partir de la vesícula óptica y se divide en la retina y el epitelio pigmentario, mientras que el oído se forma a partir del otocisto y se divide en el utrículo, el sáculo, el conducto coclear y las estructuras del oído medio y externo.

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